lunes, 26 de octubre de 2009

Artículo de "La voz de Asturias"


Un documental sobre Mike Tyson golpea el festival de Cannes


Mike Tyson nunca pensó que llegaría vivo a los 40 años, y la verdad es que no lo hizo. Entendámonos, técnicamente hablando el tipo que ayer presentó en Cannes un documental sobre su vida es Mike Tyson, pero poco parece quedar de la personalidad que un día lo llevó a ser conocido como El hombre más malo del planeta. Este Tyson es un gigante algo patético con cara de león herido --el tatuaje maorí que le enmarca el rostro acentúa su aspecto felino--, que le debe millones de dólares al Departamento del Tesoro, que lleva 15 meses sobrio tras años de abusos con las drogas y el alcohol, y que pelea su último combate, esta vez contra sí mismo.

En Tyson, que mezcla fragmentos de entrevistas con imágenes de archivo para hacer revivir al excampeón mundial de los pesos pesados una vida que lo avergüenza. Dirige el filme el francotirador James Toback, que conoció a Tyson en 1985 y que hasta ahora había trabajado con él en dos películas, Black and white (1999) y When will I be loved (2004).

OJOS ASESINOS "Mike posee una mística inexplicable -aseguró Toback ante la prensa--, el tipo de condición icónica que también tienen Marlon Brando, Marlene Dietrich y Michael Jordan. Puede que Muhammad Ali fuera un showman insuperable, pero, definitivamente, Tyson ha sido el mejor púgil. Su fuerza, su puntería y su rapidez son únicas". Sin embargo, su arma más letal en el ring era otra. Como muestran las imágenes de sus viejos combates, siempre dominaba psicológicamente a sus oponentes, desde el momento en que subía al ring. Los miraba a los ojos con ojos asesinos. Si apartaban la mirada, ya sabía que los iba a tumbar. Y tumbó a muchos desde que en 1985 ganó por primera vez el título rodeado por el tipo de eco mediático reservado a la realeza o a Brangelina. Venció por KO a 19 de sus primeros 22 oponentes, a la mayoría de ellos en el primer asalto.

Era como un Dios, pero los dioses no lo mandan todo al garete. Tyson parece haber sido para él como tumbarse en el diván durante 90 minutos. "Siempre he sido muy crítico conmigo mismo. Aun así, es duro verme en la película, me siento muy vulnerable contando todas esas cosas", confesó.

Esas cosas son su infancia pobre y delincuente, la influencia que ejerció sobre él su primer entrenador, Cus D´Amato, cómo el boxeo llenó su vida de orgullo y de lujos, y cómo los excesos le llevó a caer en desgracia. Mientras se sincera con Toback se muestra cándido, por momentos divertido y entregado a la tarea de convertirse en una persona mejor, ante una cámara que no se aparta de su rostro. Según Toback, "lo importante era verle la cara, escuchar su voz y encontrar una forma emotiva de presentarlo a la posteridad". " A quién demonios le importa lo que tengan que decir de él un puñado de mentirosos que han escrito mucho sobre él pero ni siquiera le conocen?", dice. Las únicas voces alternativas en la película proceden del material de archivo de sus combates y de informativos y entrevistas, entre los que destaca un memorable encuentro de Tyson y Robin Givens, por entonces su esposa, con la presentadora Barbara Walters, en el que Givens lo pone verde mientras él la contempla perplejo.

Sus problemas con las mujeres son una de las claves para tratar de entenderle, y él las explora en el filme con franqueza: admite que tenía gonorrea la noche que arrebató a Trevor Berbick el título en 1985, y que su hiperactividad con las mujeres en Japón y la falta de entrenamiento contribuyeron a su derrota con Douglas en 1990. Pero entender a esta trágica figura no es posible. "Pueden juzgarme, pero nunca lograrán entenderme", dice.

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